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Mostrando entradas de 2012

Nymphest

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Esta noche escoges un poco de tu amor para vestir. Sales a besar, y la fortuna te lleva hacia mis labios. No planeabas hacer el amor, pero te encantan las sorpresas. Sonríes, y tu imagen en el espejo tiene huellas de oxidado; pintas nuevamente tus labios y sales en busca de otro cuerpo. Te arrastra el aroma a mentira y te rindes a mi edad amante. Enciendes la luz cuando digo tu nombre y me descubres sobre ti, haciéndote el amor una vez más. Corres espantada, te escondes en la oscuridad y le das un trago de sangre a tu navaja. Alguien cura tus venas fatalmente partidas, levantas la cara y respondo con una sonrisa . Te veo salir ahogada en llanto hacia una ventana, saltas sin pensarlo dos veces y despiertas en un ataúd. Golpeas las paredes de la caja y reconoces mi jadeante respiración. Logras escapar y huyes hacia otra tumba. Volteas y me ves durmiendo tranquilamente. Tratas de despertarme, no puedo abrir los ojos; hurgas mi pecho en busca de latidos y no existen. Solo en ese instan

Sombra húmeda

Sombra húmeda que se arrastra a mi boca Espacio ajeno para cuando no te miran Se cubre de sol para no ser vista de noche Se cubre de mujer para ser amada de niña. Pétalos sacude de los brazos que acaricio Toma de sus ojos el viento y lo viste de alivio Párpados que tiemblan cuando suena el enojo Manos frías que se hunden en mi lengua.  

Éramos hombres de carácter mediodía

Lima, 1 de Marzo del 2012. Éramos hombres de carácter mediodía  Sal y polvo en el vaivén de sus pupilas Éramos pies blandos y párpados sin castigo Color hiriente que salpica suave la mañana. Éramos pétalos, labios, tierra y azufre Aroma de limones y en su cuello alegría Éramos noche, ojos, caucho y aluminio Sabores fríos y una voz que oscurecía.  Éramos niños de filosas empuñadas Hambre y solo hambre aquí se comía Éramos miedo al palpitar cercano Sed y solo sed aquí se bebía. Giras y giras hasta que el mundo se hace vida en tu cabeza, tratas de volver y no puedes. Finalmente, caes hecho un llanto de risa. Te encoges a esperar que el suelo vuelva a su sólida forma, y de a pocos ya nada tiene sentido. 

El llanto de los desenterrados

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El llanto de los desenterrados Lima, Septiembre 2010. Conocí a Pascual mientras desenterrábamos a tu esposa. No es que no lo haya visto antes, sino que ese día recién se me presentó. “Los muertos no son mudos”, decía incrustando su ojo negro en mi mirada, como sabiendo lo que había hecho. Yo lo escuchaba disimulando mi preocupación y sin responder. Los dos trabajábamos arduamente por encontrar el cuerpo; pero luego del huayco lo único que encontrábamos eran cuerpos que habían fallecido hace algunas horas. Podíamos hundir la pala y sacar un brazo, eso era lo peor, pues había que sacar todo el cuerpo, y tú sabes que esos cuerpos ya están muy feos. Claro que Pascual estaba excitado con la labor. Él encontraba la punta de la pala con sangre, la olía y decía: “Niña, seis años, robusta”, o en el mejor de los casos, “Joven, de unos dieciséis. ¡Esta la saco a mano!” Quien ve a Pascual escarbando, con los dedos enmugrecidos, sacando poco a poco el barro y disfrutando con sus

Lamentos de un caficho -Gabriel Cueva 2010

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Lamentos de un caficho A  Carlos García  Miranda, por premiarlo. Lima, Septiembre 2010. No es que yo sea exquisito con las mujeres, mucho menos ando como esos maricones que no pueden tocar una muchacha si antes no les han invitado por lo menos un trago. El truco está en ser “dulce”. Lo que realmente tengo de dulce yo es esta boquita que a las chicas les encanta tener entre las piernas. Así los amigos, borrachos como yo, siempre me preguntan que cómo va la cosa. Si yo no les meto un martillazo en la cabeza es porque la última vez que lo hice terminé de caficho en la cárcel prostituyendo al culo más lampiño del pabellón. Tres soles pagaban los desconocidos por un polvo con la Sofi. Sí, la Sofi (que pagaba por matar a su madre) pagaba todos los cigarrillos y chelas que yo quisiera. Es que, al igual que a las mujeres a los mariquitas hay que saber cómo tratarlos. Si no dime, ¿acaso a una mujer le dices: “La verdad siempre me gustó mirarte y por eso quiero estar con

L'aura en mis deseos

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L'aura en mis deseos Lima, 2010 He disfrutado del feroz orgasmo que resulta de la espantosa combinación entre tu sexo y mi sexo. Parpadeo aún por el terremoto que desató un beso apresurado y una caricia dada en el peor momento, en el segundo donde tu sensibilidad iba a explotar sobre mi cuerpo. Te oí gemir entre mi cuello y tu pecho, ahogándote en gritos mientras me mordías como podías. Luego hicimos el amor como todos los humanos y luego: nada. Te vestiste tal vez más rápido de lo que te desnudé. Cambiaste una mirada cansada, agitada y romántica, por la frialdad de unos ojos grises que no quieren verme más; sin embargo, no es la primera vez que caen sobre mi mirada, se cierran y dejan que mi piel les mienta de la forma más deliciosa. Un nunca más y un portazo. Yo enciendo un cigarrillo, lo beso y termina en el fondo de mi copa, con las últimas gotas del ron más barato que puedo tomar. Me toco entre las piernas hasta deshacerme de todo el placer moribundo, ato tu nombr

Tanto de ti

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Tanto de ti Lima, 13 de Junio del 2012 Tanto de ti como para nunca olvidarte. Como para llevarte en las palabras que conjugo en cada mentira. Como escombros de mi olvido, y una foto que aparece sobre mis ojos cuando me atrevo a sentir. Me pierdo en esa mirada, y vuelvo a los días en que consultaba a las olas sobre mi cobardía.  Pisaba el borde de la bella huida hacia el final de la escena que describo con palabras como poemas. Una mentira que me obliga a gritarle al oído suavemente que no la amo. Pero vuelvo a ella para renunciar a las oraciones. Entonces me atrevo a describir el exacto recorrido de mi mirada sobre su piel. Vuelvo, la nombro y escapo al encuentro de las letras que conforman el placer de sostenerla en mi mente. Nuevamente aquellos besos que derrotan mi ternura y conforman la caricia que un bosque supo ocultar. Culpo ahora a mis palabras de su incontrolable pasión; poesía que pisaba sus labios y terminaba en ser lo que yo fui para amarla. Y mi vos en su o