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Mostrando entradas de julio, 2012

Nymphest

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Esta noche escoges un poco de tu amor para vestir. Sales a besar, y la fortuna te lleva hacia mis labios. No planeabas hacer el amor, pero te encantan las sorpresas. Sonríes, y tu imagen en el espejo tiene huellas de oxidado; pintas nuevamente tus labios y sales en busca de otro cuerpo. Te arrastra el aroma a mentira y te rindes a mi edad amante. Enciendes la luz cuando digo tu nombre y me descubres sobre ti, haciéndote el amor una vez más. Corres espantada, te escondes en la oscuridad y le das un trago de sangre a tu navaja. Alguien cura tus venas fatalmente partidas, levantas la cara y respondo con una sonrisa . Te veo salir ahogada en llanto hacia una ventana, saltas sin pensarlo dos veces y despiertas en un ataúd. Golpeas las paredes de la caja y reconoces mi jadeante respiración. Logras escapar y huyes hacia otra tumba. Volteas y me ves durmiendo tranquilamente. Tratas de despertarme, no puedo abrir los ojos; hurgas mi pecho en busca de latidos y no existen. Solo en ese instan

Sombra húmeda

Sombra húmeda que se arrastra a mi boca Espacio ajeno para cuando no te miran Se cubre de sol para no ser vista de noche Se cubre de mujer para ser amada de niña. Pétalos sacude de los brazos que acaricio Toma de sus ojos el viento y lo viste de alivio Párpados que tiemblan cuando suena el enojo Manos frías que se hunden en mi lengua.  

Éramos hombres de carácter mediodía

Lima, 1 de Marzo del 2012. Éramos hombres de carácter mediodía  Sal y polvo en el vaivén de sus pupilas Éramos pies blandos y párpados sin castigo Color hiriente que salpica suave la mañana. Éramos pétalos, labios, tierra y azufre Aroma de limones y en su cuello alegría Éramos noche, ojos, caucho y aluminio Sabores fríos y una voz que oscurecía.  Éramos niños de filosas empuñadas Hambre y solo hambre aquí se comía Éramos miedo al palpitar cercano Sed y solo sed aquí se bebía. Giras y giras hasta que el mundo se hace vida en tu cabeza, tratas de volver y no puedes. Finalmente, caes hecho un llanto de risa. Te encoges a esperar que el suelo vuelva a su sólida forma, y de a pocos ya nada tiene sentido.